Horizonte de sucesos - los 3 ojos

Ojo derecho:

En la imagen predominan los colores cálidos, principalmente naranjas, marrones y amarillos. En primer plano vemos a dos mujeres en desnudez recostadas en un plano medio sobre una cama con sábanas que por la iluminación toman un color amarillento; y detrás de ellas podemos distinguir lo que parece ser un espejo en la distancia de la habitación, que muestra los pies de esa cama. Dentro del cuadro hay un haz muy marcado de luz solar, que genera una franja rectangular que recorre y une visualmente ambos cuerpos, resaltándolos dentro de la habitación. Compositivamente, el mayor peso visual se encuentra en el tercio lateral derecho, donde se ve la cara de la mujer iluminada por el sol; y se genera otro centro de atención en la espalda de la segunda mujer.

Ojo izquierdo:

Estéticamente, es una fotografía bella, los tonos transmiten calidez e intimidad y la posición de ambos cuerpos, en una primera instancia, da la sensación de una cierta comodidad. Lo único que cambia esa sensación general son las miradas de ambos personajes, una mira hacia el fuera de campo de la imagen, y la otra observa hacia arriba, introduciendo al espectador la tensión que existe entre ellas. La iluminación presente nos ayuda a recorrer una y otra vez esas miradas, pasando de un rostro al otro, acompañado por la inexpresión con la que se posan los brazos de una sobre la otra, y se genera un contraste entre los colores de la escena y la carga sentimental que parece esconder.

Tercer ojo:

La imagen despierta preguntas, y estas conforman una historia. Ambas parecen estar emocionalmente lejos de lo que antes les dio paz, se presenta una escena de intimidad reflexiva sobre lo que ha sido y ya no es. Las sábanas dan la sensación de habitación de hotel y nos hace preguntarnos sobre el lazo que las une, serán conocidas, amantes, desconocidas, novias, ex esposas. Su desnudez parece haber transitado de sus cuerpos a sus miradas que lo dicen todo y a la vez nada. La forma en la que se encuentran sus cuerpos resulta inquietante, por un lado una apoya su mano sobre la pierna de la otra de manera desinteresada, mientras que la mujer que se encuentra recostada sobre ella parece querer abrazarla, sin comprender esa frialdad. Hay algo que nos lleva a pensar en la conversación que puede estar surgiendo, y nos interesa escuchar todo lo que encierran esas miradas.